Estas últimas semanas, algunas organizaciones y periódicos han dado su opinión sobre tres casos recientes de eutanasia en Bélgica.
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En las últimas semanas, unas cuantas organizaciones y periódicos extranjeros (sobre todo de los Estados Unidos) han estado atacando Bélgica por permitir la eutanasia, y, más concretamente, por permitir que tres niños gravemente enfermos elijan la eutanasia.
Esta gente y estas organizaciones deberían tan solo ocuparse de los problemas de su país (y de su continente) y preocuparse únicamente por sus vidas.
Empecemos por los casos: entre 2016 y 2017, Bélgica había aplicado la eutanasia a tres niños que tenían menos de 18 años. El primero tenía 9 años y sufría de un tumor cerebral, el segundo de 11 sufría de fibrosis quística y el tercero de 17 padecía distrofia muscular (de Duchenne, según varias fuentes).
Los tres niños estaban confrontados a una situación en la que el sufrimiento, el dolor y la muerte temprana los esperaba a la vuelta de la esquina. En lugar de eso, eligieron poner fin a sus vidas y no enfrentarse a ese futuro.
Esta polémica se parece mucho a la del aborto. Es decir que un grupo de gente no quiere que otros aborten y por ello intentan quitarles ese derecho a todos. Sin embargo, esa gente se opone asimismo a:
- Educación sexual en las escuelas
- Acceso fácil a información y métodos de contracepción a través de organizaciones
- Aborto si es necesario (si existe peligro para la vida de la madre, violación, etc)
- Planificación familiar/ayudas a los niños si no se puede abortar
En pocas palabras, esta gente quiere quitar una posibilidad, pero no desea poner en práctica las medidas básicas necesarias para reducir los abortos. Es verdad que el aborto debería ser algo excepcional, el último recurso, y no una posibilidad para deshacerse de los resultados de actos irreflexivos.
La misma polémica ha surgido hoy en día con la eutanasia. La eutanasia debería ser una posibilidad a la que se acude como último recurso y ofrecida tan solo a quienes no podrán vivir una vida normal o quieren reducir el sufrimiento al encontrarse en fase terminal. Todos ellos desean acabar sus vidas con dignidad. Lo que estos militantes necios no parecen entender, al emplear expresiones como “matar a niños”, es que estos han tenido que:
- Estar en una situación médica crítica para pedir la eutanasia
- Pasar por un examen psicológico para determinar si son capaces de tomar esta decisión, y tenerlo aprobado por un grupo de médicos
- Irse de este mundo, dejando atrás a sus padres que los querían y que tendrán que seguir viviendo sin ellos
Además, cabe señalar que estos militantes quizás:
- No se habrían preocupado de estos enfermos hasta que hayan muerto pidiendo la eutanasia
- No habrían ido a visitarlos para estar con ellos o intentar reducir el dolor
- No habrían pasado por una situación así ni habrían debido tomar una decisión tan difícil
- No se habrían preocupado ni sostenido financieramente a esos niños, pagando el tratamiento médico hasta su muerte
Sí, de acuerdo, seguro que uno de los enfermos podría haber vivido hasta los 30-40 años siguiendo el tratamiento médico adecuado… Pero ¿a qué precio y con cuánto sufrimiento? Si eligieron irse, tendríamos que respectar su decisión y dejarlos en paz, y no blandir sus nombres para defender nuestros intereses personales.
Tal y como acabamos de mencionar, insistimos en que tendríamos que respetar su elección. Irse de este mundo, especialmente a una edad tan temprana y dejando atrás a sus padres, no es una elección fácil de hacer. Es innegable que esos enfermos sufrieron enormemente tanto por su enfermedad como por tener que dejarlo todo atrás sin poder vivir la vida.
Así pues, os digo a vosotros, militantes contra la eutanasia: iros a otra parte con vuestra campaña, dejad de usar a los muertos para defender vuestros intereses y parad de intentar controlar cómo otros quieren acabar su vida. Esto no OS concierne en carne propia y si un día os encontráis en la misma situación, quizás desearíais que exista esa posibilidad.
Nosotros, como seres humanos, tenemos el derecho a irnos de este mundo con dignidad, y no a continuar viviendo en el dolor, tan solo porque algunos creyentes y otros necios creen en algo diferente que nosotros.