Europa está viviendo una semana bastante negativa en términos de política y unidad al tener que afrontar la peor crisis migratoria desde hace tiempo.
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Todo empezó hace una semana, cuando el nuevo gobierno italiano cerró los puertos italianos a un barco de una ONG, el “Aquarius”, que volvía a Europa cargado con inmigrantes salvados en el Mediterráneo, al largo de la costa Libia. El gobierno italiano propuso que el desembarco de los inmigrantes se produjese en Malta, pero esta también se negó.
Al saberse la situación, el nuevo presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ofreció que el barco viniera a España, a Valencia. Tanto los alcaldes de Valencia como de Barcelona brindaron su apoyo para que el barco atracara en sus puertos. Tras varias dudas a causa de la distancia entre el barco y el puerto de destino, se aceptó la proposición. La Marina italiana aprovisionó el barco para el viaje y dos barcos acompañaron al “Aquarius” durante el viaje. Llegará a Valencia el domingo de madrugada. El despliegue previsto para acoger a los casi 630 inmigrantes es impresionante: unas 2 300 personas se harán cargo de los inmigrantes. Entre las 2 300 personas, se cuentan unos 1 000 voluntarios de la Cruz Roja, 400 policías nacionales, un centenar de guardias civiles, 400 traductores, 70 traductores jurados y cerca de 150 personas del departamento de Sanidad de la Comunidad Valenciana. A esto se suman 600 periodistas acreditados, de cerca de 140 medios de comunicación, debido al impacto mediático que está teniendo este evento.
Francia ya ha expresado su solidaridad hacia el gobierno español y se ha ofrecido para acoger a los inmigrantes del “Aquarius” que quieran ir al país galo.
Mientras todos los periódicos hablaban de este evento, la gente olvidaba como en menos de 48 horas, unas 900 personas más llegaban a las costas andaluzas, poniendo bajo presión la infraestructura andaluza que no cuenta con recursos suficientes para acomodar a tanta gente.
En Ceuta y Melilla, el gobierno español parece querer quitar las cuchillas colocadas sobre las vallas, cuchillas puestas durante el gobierno de Zapatero en 2005. El objetivo que se pretendía colocando estas cuchillas era el de disuadir a los potenciales inmigrantes que intentaran saltar las vallas de la frontera, algo que ocurre con frecuencia en estas dos ciudades españolas.
La polémica migratoria ha llegado hasta Alemania en la que varios partidos critican la política migratoria de Merkel de “puertas abiertas”. Pese a las críticas, la canciller sigue defendiendo esa idea y esto constituye una de las principales razones del aumento del extremismo y del poder/votos de los partidos populistas.
Otros críticos de la política migratoria actual comentan que ayudar a los barcos de inmigrantes y salvarlos en alta mar solo ayuda a los criminales encargados del tráfico de inmigrantes y les ofrece una garantía adicional para que se salgan con la suya. Así es, pues los traficantes les podrán demostrar a los inmigrantes que, si pagan el pase, llegarán a Europa con vida. Por otro lado, resulta curioso que los barcos europeos, tanto de organizaciones gubernamentales como de ONGs, tengan que estar en aguas internacionales, salvando a gente que llegan en pateras y que no hubieran podido resistir la travesía si se les hubiera dejado solos.
Los miembros europeos tienen que decidir rápidamente cuál es su postura sobre la cuestión de los inmigrantes, teniendo en cuenta que, al ritmo actual, este problema podría poner fin a la Unión.
Mientras concluíamos este artículo, dos barcos más con inmigrantes salvados cerca de Libia, han llegado a Italia y piden un puerto donde atracar. Por ahora, Italia les ha vuelto a cerrar los suyos.