El Gobierno de Sánchez (PSOE) ha nombrado a Josep Borrell como ministro de Exteriores.
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Josep Borrell, un político español catalán de 71 años, ha sido nombrado ministro de Exteriores por el nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Se puede considerar al señor Borrell como un veterano al haber sido ministro de 1991 a 1996 bajo el gobierno de Felipe González, además de secretario de Estado de Hacienda y hasta presidente del Parlamento Europeo de 2004 a 2007.
A Borrell lo conocen bastante bien los independentistas ya que se ha opuesto a la idea de la independencia catalana. Por eso en varias ocasiones los ha criticado abiertamente.
Como viene siendo habitual, Puigdemont lo criticó desde Alemania ya que estos eventos se produjeron hace ya casi un mes. Lo cierto es que si a Puigdemont le interesa tanto la política catalana y quiere formar el gobierno español nombrando a dedo a las personas más débiles y amenazando la estabilidad del país ¿por qué no vuelve a casa? Lo espera el juez Llarena con los brazos abiertos y una celda amplia donde puede residir con los gastos a cargo del estado durante varias semanas o hasta meses si lo prefiere. O años, si resulta que es culpable de lo que se le acusa.
Imagínense, después de haber robado a los españoles durante años con el 3% y gastarlo en abogados en Alemania y Bélgica, así como en patatas fritas y gofres belgas, Puigdemont podría seguir viviendo (entre rejas, cierto) del bolsillo de los ciudadanos españoles sin gastarse un duro.
Mientras siga en su exilio, ¿para qué sirven sus críticas, si no puede hacer nada durante 20 años? En 20 años será un viejo, un poco como Borrell, pero la diferencia es que a Borrell le recordaremos por su trabajo, mientras que Puigdemont… ¿Quién era que no me suena?
El pobre hombre de origines andaluces debería tomarse una pequeña pausa del Twitter y reflexionar sobre su futuro. Si decide volver a casa, pues nada, que avise antes y elija si prefiere una botella de vino espumoso Rufián o una pequeña reserva española Queentorras, para que podamos celebrar dignamente su retorno. En el caso contrario, debería abandonar la escena política y dejar ya el independentismo en paz, que ya están plantando cruces para enterrar el movimiento, aunque, eso sí, la gente tiene poco respecto hacia las cruces amarillas. Parece ser que algún vándalo atropelló unas cuantas, pero, en fin, hay tantas que tampoco pasa nada.
Pero bueno, con o sin Puigdemont, lo importante es tener a Pig De Montes, símbolo de la unidad del país, así como un buen aceite de cocina El Puchi para todos los platos españoles.
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